jueves, 6 de abril de 2017

Agosto se enfría


 Nada puedes hacer que rescate
el vestido blanco de las despedidas,
el relente de un agosto por tus piernas,
la tobillera estrecha que me regalaste,
clavándose en el hueso como una
penitencia suave de fin de semana.
Desesperada en el gravitar por bares
a la búsqueda de la mirada redentora
que me hiciera tontear con la idea
de un encuentro, de la fugacidad
del iris que recordaría durante horas, días.
Sirena de falda promiscua que
quemaba sus pasos por la avenida
de las Adelfas, ninfa en busca de una pasión
volátil, cuando te daba definitivamente
por perdido entre las tres y las cuarto.
Hasta que se enfriaba del todo agosto
y huías hacia un nuevo horizonte académico,
una carrerita que mantuviera contento
a tus padres, aunque a ti te diera
lo mismo estudiar Farmacia que Psicología.
Huías de mí para amarrarte a la universitaria
pija que te asegurara el roce distraído,
la caricia prolongada tras la última copa.
La esperanza de que el próximo verano
ya me habrían crecido las caderas
y entonces no te quedara
más remedio que amarme.
Sonámbula por discotecas donde estuviste,
mercenaria de una edad equivocada,
para luego encontrarte a ti, amor, a ti,
que te dejabas la lengua en los
rincones sin luces, en los senos de la otra.
La lágrima esperando el consuelo
de la almohada, confidente de historias estúpidas,
y la esperanza de que el próximo fin
de semana caerías a la quinta copa,
tras cientos de miradas perdidas.

Rocío Rubio

Del poemario Otro intento de olvidar el verano del noventa y siete

domingo, 22 de enero de 2017

Romántica lascivia



Pánico a someterme al juicio del pasado.
Pánico a que me obligues a buscar
tus ojos entre las piedras, si ni
las algas se acuerdan de mi nombre.
Prefiero el masoquismo dulce
de imaginarnos tal como éramos,
en la cúspide de la lascivia,
con julio y agosto devorándonos.

Rocío Rubio

Del poemario Otro intento de olvidar el verano del noventa y siete 


miércoles, 26 de agosto de 2015

Lo que me dejó tu invierno

Helará sin ti.
Me traicionará diciembre
sin tus manos, cuando
las campanas se retuerzan
en una melodía alegre
que en mi alma sonará funesta.
Helará en las plazas,
en la arena que una vez pisamos,
en la ternura bajo cero,
en las frases de amor sin retorno.
Las luces de los escaparates
chillarán que estoy sola,
y la felicidad, tan esquiva y ajena,
me recordará lo lejos
que está tu lengua de mis labios.
Caducará el hojaldre
mientras te espero, el azúcar
amargo de todas las despedidas,
las uvas ermitañas que
atragantarán de nuevo mi pena.
El buzón seguirá vacío,
con la factura de la nostalgia
como única correspondencia,
mientras cientos de postales
pasarán esquivas por mi lado.
Pero tú no escribirás.
Y diciembre será más cruel
este año. Si te hubiera perdido
en abril todo sería distinto, todo.
El hielo ya ha sepultado
la mirada lasciva, y mi sombra
de ojos sólo pinta la tristeza.
Me torturarán las risas
de los enamorados, sus manos
odiosas y enlazadas, la envidia
trepando por las mías,
los sabañones del abandono
amoratando cada vena.
Agónica, en este invierno
que va desangrando atardeceres.
En este beso coagulado.

Rocío Rubio

Publicado en Los mejores poemas del XXII Premio de Poesía Luz

martes, 4 de agosto de 2015

El embuste de la memoria

Invocación para salvarme de tu olvido,
para que una pedrea de besos fingidos
no lapiden mi excitación recién nacida.
Invocarte cuando llega nuestra hora,
antes de que ardan todas las playas.
Recordarte, repensarte, rememorarte.
Congelar palabras ebrias
para alimentar mi vanidad ficticia,

mi necesidad imperiosa de ser amada.
Desmenuzar gemidos tuyos a destiempo,
desdibujar el arcoíris de tu alegría cuando
entonces me celebrabas, amor remoto.

Obligarte a retenerme como yo te recuerdo.

Rocío Rubio

sábado, 11 de abril de 2015

Aquella feria

Disculpa si me acuerdo de ti.
Disculpa si rastreo tu nombre
en nichos de páginas lejanas,
en direcciones que me devuelven
tu imagen terriblemente alegre.
No quise buscarte pero lo hice.
El teclado en el que hundo las manos
tiene las letras gastadas,
ciegas de tanto como te invocan.
Un maremágnum alfabético donde
naufraga –eléctrica- mi locura.
Saber que puedo reventar a besos
la pantalla, y que ni siquiera te
enterarás del chasquido de mi lengua,
de la lágrima que amenaza con
provocar el cortocircuito, el fundido
que te alejará de mi vista para siempre.
Te escribo -sin tabuladores- que te amo,
pero la frase se extravía
en no sé qué cuerpo de texto.
En códigos binarios que no llegaré
a descifrar, por más que invente
un amor de arrobas y mayúsculas.
Sólo quería asomarme a tu vida.
Decirte tres evocaciones desordenadas.
Decirte que aún retengo aquella feria,
la ginebra dormida
en el dobladillo de los labios,
la cintura ebria que arrasó la madrugada.
Decirte que enmarqué los lunares
de mi traje por donde pasearon
una y otra vez tus manos.
Pero no encuentro símbolos
en este infierno cibernético
que te lo haga saber, que te despierte
los recuerdos exiliados,
ahora que un océano nos separa.
Por eso abandono la frase
sin sujeto, y la reflexión
del beso elíptico, y la feriante noche
en la que desnudé camisas.
Disculpa, por última vez,

si no me atrevo interrumpir tu vigilia. 

Rocío Rubio

viernes, 28 de noviembre de 2014

Conciencia


Condéname, fuera de toda luz,
a vagar por la penumbra de la ignorancia,
a pordiosear la saliva sobrante de los besos.
Pero no me dejes sin el relámpago del párpado,
ese ínfimo segundo que me dedicas cuando
desaparece la conciencia de lo obtuso,
cuando -sin proponérmelo- te siento.

Rocío Rubio

miércoles, 27 de agosto de 2014

Verso deshilachado



Si todo lo que te di lo destruiste,
si el aguarrás alcanzó los labios
hasta desteñir el rojo autóctono,
si segaste la risa viva
y decapitaste la juventud de mi lengua.
Si todo cuanto te di lo desmembraste,
a qué remendar la frase incompleta,
a qué tanto verso deshilachado
si el nacarado también agoniza.
Si nada de lo que amé me sobrevive.

Rocío Rubio